«Cuando escribes, tratas de ser mejor guionista que Dios»

Santiago Roncagliolo, retratado en Madrid.- SAMUEL SÁNCHEZ

TEREIXA CONSTENLA – Madrid – 30/09/2010

Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) hizo en Tokio todo lo que Bill Murray, el protagonista de Lost in translation, hizo o habría podido hacer. Alquiló durante media hora a una geisha moderna «solo para hablar». Seleccionó el canal porno en la habitación del hotel para acabar descubriendo que le hurtaban el momento de máxima fricción porque se pixela. Acudió a un café servido por camareras aniñadas con falso aroma a pedofilia. Rastreó, en fin, el submundo del sexo en una cultura con deseos, tabúes y códigos diferentes de la occidental. Todo lo que hizo está en Tan cerca de la vida (Alfaguara), su nueva novela, que nació del estupor ante la pixelación erótica, su propia sensación de soledad en un hotel de superlujo y su observación de un Tokio altamente tecnologizado.

Nada tiene que ver con Abril rojo, la novela sobre el Perú en los tiempos de Sendero Luminoso con la que ganó el premio Alfaguara en 2006, o Memorias de una dama, sobre una aristócrata vinculada a la mafia y a las dictaduras caribeñas que se evaporó del mercado rodeada de polémica. Tan cerca de la vida tiene algo de ciencia-ficción, algo de thriller, algo de romanticismo. «Kubrick o Picasso se reinventaban cada vez. Yo quiero que cada libro sea una experiencia distinta. La vida es insuficiente, no puedes ser todas las personas que te gustaría ser», dice casi entre risas.

Max, el empleado de una corporación que fabrica cachivaches inteligentes y que protagoniza la novela, ansía comunicación y afecto en una ciudad que ha tecnificado ambos sentimientos.

Irónicamente, esta obra atravesada por tecnología puntera se escribió a mano por una concatenación de poderosas razones: «Se me fundió el disco duro, tenía unos cuadernos bonitos, pensé que sería más corta, y era primavera».

El escritor sonríe mucho y suelta con naturalidad frases redondas. «Mi hijo y mi esposa son mi sitio en el mundo, uno es de donde le quieren», afirma Roncagliolo, que nació en Perú y ha sido padre en Barcelona. «La realidad está mal descrita, cuando escribes tratas de ser mejor guionista que Dios», reflexiona.

Paul Theroux le dijo una vez que los hombres felices no podían ser escritores porque estaban demasiado ocupados siendo felices. Roncagliolo parece tener una vida feliz. Discrepa de su colega. «Trato de ser feliz, pero soy feliz con muy poco. Cuando algo sale mal y te destroza es un buen tema para escribir una novela». Los viajes son otro. «Casi todos mis libros surgen de alguno». Incluso cuando escribió sobre Perú. Roncagliolo comienza a estar en tierra de nadie, a sentirse turista en todas partes. Cuando le piden que analice la situación de su país se ve más capacitado para diseccionar la de España. «Es la primera vez que veo a la gente de peor humor aquí que en Perú. En Perú antes me decían que tenía suerte por haberme ido y ahora me preguntan: ‘¿Por qué no volvió?».

© EDICIONES EL PAÍS S.L.

  1. No conozco a este autor, pero después de leer tu reseña de su libro tengo ganas de leerlo. He visto muchas veces «Lost in translation» pero no se me había ocurrido nunca pensar relacionar la protagonista con una geisha. Interesante punto de vista. Me ha parecido maravillosamente poético lo de «un momento que se pixela», creo que he experimentado esta sensación muchas veces.
    Muchas gracias Joselu, te mando un abrazo.

    • Interesantísima la segunda película de Sofía Coppola y que bien reflejan Bill Murray y Scarlett Johansson nuestro desconcierto entre la soledad y la falta de respuestas en nuestra vida. El otro como reflejo y consuelo de nuestra melancolía. Nuestra vida como arena que se escurre entre los dedos mientras la miramos pasmados y rendidos a su aprehensión.
      Ese momento “pixel” yo lo entiendo como la representación de la cultura “light”, en la que follamos sin órganos sexuales, comemos sin engordar, leemos sin preocuparnos, hacemos ejercicio sin cansarnos ni sudar, vemos mundo sin salir de casa…
      Muchas gracias a ti, Anne, por estas visitas tan amenas. Un abrazo.

  2. El título dice mucho. Es pretencioso, pero narrar la realidad como lo haría un locutor sería muy insipido. Me refiero a la realidad cotidiana, esa que pasa así, como sin pasar nada. Cada vez estoy más segura de que nunca haré una novela. Circunstancias.
    Ese último parrafo en tu respuesta a Anne, dice mucho más que lo que yo podría agregar.
    Un abrazo.
    Ya todos los dias me digo: Vamos a ver qué nos puso hoy Joselu…

    • Ian Fleming , dentro de la saga de James Bond, escribió en 1961, una novela titulada Operación Trueno (Thunderball), que fue llevada al cine con el titulo de
      Nunca digas nunca jamás” . Años atrás, tras finalizar Diamantes para la eternidad, Connery aseguró a su esposa que no volvería a interpretar al agente británico 007 «nunca jamás» y ella le replicó: » Never say never again «.
      Naturalmente, al final de los títulos de crédito se incluye un agradecimiento a la esposa de Connery por “clavar” el título.
      Las circunstancias, porque son circunstancias, cambian.
      Te pido solemnemente que cuando escribas tu primera novela, me envíes un ejemplar dedicado.
      Te agradezco cada presencia, cada comentario.
      Muchas gracias, Ana.

      • Josélu, me quedé pensando en lo de la novela. Mi circunstancia no es solo que mi vida es tranquila, es tambien que mi modo es así, breve, cuento. Es que soy de corto aliento, de distancias cortas, de cortometraje, de cortocircuito, cortopunzante…
        El asunto es que no esperes la novela, pero tal vez puedes esperar un libro de cuentos dedicado y enviado a tu dirección.
        Un abrazo.

      • Ya lo estoy esperando… 😉
        Michísimas gracias Ana.

      • Te puse un cuento en el que hacemos ejercicio sin cansarnos ni sudar. Light.

      • Ya sabes que no me pierdo ninguno.
        Nos «vemos» en Armadecasa
        Un abrazo, Ana. Gracias.

  1. No trackbacks yet.

Replica a annefatosme Cancelar la respuesta